He vuelto a soñar que voy subida en ese coche, con los brazos apoyados en la ventanilla, el viento intentando cerrarme los ojos y yo queriendo llegar más lejos con la mirada. Campos de girasoles que van pasando como pasan los días pero sin noches por medio. Y de pronto una señal en la carretera:
'LISBOA. PRÓXIMA ESTACIÓN'.
El coche se detiene y bajo con una maleta de piel marrón que no pesa nada. La abro en el arcén y cojo algunos girasoles dejando la flor por fuera para que no olviden la luz que les hace girar y sigo caminando. Camino hacia Lisboa, esté donde esté ese lugar al que los girasoles y yo pertenecemos.
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