.
Cada vez hago más preguntas pequeñas y poco me importan las cosas grandes. Como cuando Marcos me ha dicho que ya ha llegado a Barcelona y Barcelona lo ha ignorado, pero que la casa olía a pistachos o que sonaba como si las paredes fueran cáscaras. La casa de Barcelona estaba en ropa interior cuando he llegado. Eso ha contestado Marcos mientras yo caminaba contigo de vuelta a casa y tú diciéndome que no tienes muchas cosas bonitas que contar.
-Marcos, que te veo venir.
-¿Por dónde?
-Por donde se entra.
Y tú preguntándome otra vez qué le pasaba a Carlos ayer y la casa de Barcelona cogiendo frío y Chaplin dejándose el bigote para dar un discurso y todo el público con caretas de Malcovich. Claro que todo el mundo quiere ser Malcovich, yo también quiero ser Malcovich si no fuese porque tienes una espalda tan bonita.
He abierto las manos y me has dado un puñado de pistachos, nos los hemos comido en la azotea. Desde la azotea se ve la Catedral y yo no veía la Catedral, también se ven gaviotas y las gaviotas no ven la azotea porque tienes una espalda tan bonita que tampoco veían las cáscaras de pistachos llenando la azotea de paredes. Y allí estábamos sentados escuchando a Chaplin mientras Marcos contestaba que lo hizo con una lupa, que de pequeño las cazaba con una lupa. O las quemaba con una lupa, o quizás las miraba con una lupa, ya no me acuerdo. Sólo recuerdo que me he acercado y tú has preguntado ''¿dónde vas?'', pero no te has movido ni un centímetro. Y mis rodillas estaban como la casa de Barcelona, todas mis piernas estaban como la casa de Barcelona y yo no veía la Catedral.
Te he tocado la espalda y has preguntado ''¿dónde vas?'' y yo te he dicho que iba camino del cuello pero no te has movido ni un sólo centímetro y eso es mucho para estar preguntando a la vez ''¿dónde vas?'' y también es mucho decir que no tienes cosas bonitas que contar porque yo no me lo creo.
-¿Qué le pasaba a Carlos?
-Marcos, que te veo venir.
Y Marcos viniendo, corriendo a toda prisa sobre los cables del teléfono, mientras yo tengo las rodillas rodeadas de pistachos y tú no te mueves ni un sólo milímetro. Y Marcos contestando que la casa de Barcelona estaba en ropa interior y yo me he levantado y he recogido los pistachos y tú has preguntado:
-¿Dónde vas?-moviéndote medio centímetro. Medio.
Pero yo ya había entrado en la Catedral en ropa interior y no veía a las gaviotas. Y tú preguntando:
-¿Dónde vas?
Y yo pensando que tienes la espalda más bonita del mundo. Que tienes la espalda más bonita del mundo. Y medio centímetro después de todo eso, sigues teniendo la espalda más bonita del mundo.
Tu espalda, Daniel, es mucho más grande que medio centímetro, y a mí que no me importan las cosas grandes, pero tampoco me atrevo a preguntarte por las pequeñas. Desde la Catedral se veía qué le pasaba a Carlos ayer y yo no veía qué le pasaba, porque estaba mirando con una lupa, sí, era ''mirando'' con una lupa, que tienes la espalda más bonita del mundo.
.