lunes, diciembre 06, 2010

Abracadabra

.

Estamos atrapados en la nieve.

Me he sentado en un rincón de la habitación. Ignatius está al otro lado. El sombrero en el centro. También se está congelando.

Tiramos las cartas por turnos, quien más falle, se levanta a recogerlas. Otra vez empate. Vamos.

Esta absurda competición nos mantiene despiertos. Hace horas que no hablamos, apenas nos reímos ya, excepto con los ojos. Cuando perdamos el buen humor empezaré a preocuparme.

Se oye el viento fuera. Acaba de pasar una fuerte ráfaga que ha movido los trapos que colocamos bajo la puerta. Ignatius ha girado la cabeza, está mirando la ventana.

------Te toca, vamos.

La carta lanzada se queda haciendo equilibrio en el filo del sombrero durante un instante. El viento ha parado. Ha caido fuera. Esta vez gano yo.

Me levanto a recoger las cartas y cuento la mitad. Cuando me acerco a él veo que tiene una mano bajo las mantas y le acerco la baraja a esa mano, pero no se mueve. Lo miro a los ojos. No dice nada.

------Vendrán, estoy segura.

De pronto, vuelve la ventisca y la habitación se oscurece. Algo golpea la puerta con fuerza. Ignatius me mira. Un golpe más y la puerta se abre. El viento entra con fuerza, el vendaval de nieve me hace perder el equilibrio y caigo sobre Ignatius, las cartas salen despedidas hacia la chimenea.

Sólo puedo ver las patas, cuatro enormes y blancas patas acercándose. Una de las trompas me rodea la cintura y me levanta sin esfuerzo aparente. Veo a Ignatius suspendido en el aire junto a mí. Su mano está violeta ya.

------Tú ganas- me dice.
 
google analytics estadísticas: