jueves, marzo 24, 2011

El álbum ilustrado y los elefantes

Estoy casi segura de que no todo el mundo sabe lo que es un álbum ilustrado y puedo afirmarlo porque aún recuerdo cuándo yo no lo sabía. Así que, por ejemplo, los niños no saben qué es un álbum ilustrado y apuesto a que una gran parte de los adultos no usarían ese término al entrar en una librería y ver esos libros enormes llenos de dibujos. 

La verdad es que me sigo mostrando bastante reticente a hacer de la terminología y la definición una jaula para la creatividad. Pero siempre llega un momento en el que tienes que hablar con propiedad. ¿No les hace gracia esa expresión? Piénsenlo: HABLAR CON PROPIEDAD. ¿Qué quiere decir eso? ¿Significa que al conocer las palabras nos pertenecen? Creo que por suerte aún no podemos comprar las palabras, aunque sí su combinación, para eso está el copyright, ¿no? Es una pena, pero no voy a hablar de ese tema hoy.

La definición de álbum ilustrado es, a grandes rasgos, una historia breve y sencilla acompañada de ilustraciones, generalmente de gran formato y a color, de fácil lectura y destinada a los más jovenes con el objeto de enseñarles a leer y alimentar su sed de imaginación a través de los conceptos que desprenden las imágenes. ¿Y los menos jóvenes? ¿Acaso la sed imaginativa desaparece con cada vela que soplamos?

Llevo semanas viendo, tocando, leyendo y comprando álbunes ilustrados. Realizando el trabajo de documentación que está presente en la creatividad. Lo más curioso es que mucho antes de que conociese la expresión ''álbum ilustrado'', ya sabía de la existencia de esos cuentos de gran formato en la librería (por denominaros impropiamente de alguna manera). Y en medio de todo eso, ya se tejía entre mis neuronas una idea de cómo quería contar la serie de textos que iban apareciendo y formando conjuntos como los Oscuros elefantes blancos.

Pero, tras el placer de investigar en librerías, webs y blogs, llegué a la conclusión de que la concepción genérica de álbum ilustrado que encontraba, las definiciones de los doctos en la materia o la percepción de eso que llamamos público eran, a mi entender, erróneas. Dudo mucho que un álbum ilustrado deba regirse a esos cánones, que esté orientado únicamente a los más jóvenes o que tenga que ser extremadamente sencillo. Existen álbunes ilustrados que contienen conceptos bastante profundos e incluso complejos, álbunes de pequeño formato, en blanco y negro, ¡álbunes ilustrados únicamente con tipografía!, de todo. 

En términos de marketing podríamos decir que se trata de un género muy atractivo pero fuera del trabajo me he propuesto olvidarme de ese tipo de cosas, pues dudo mucho que a un artista le ayude lo más mínimo pensar en qué se puede vender a la hora de crear una obra. El álbum ilustrado, como cualquier otro género, es mucho más rico cuando nace de algo que está muy por encima de los conceptos tratados en cualquier libro de marketing. Y como me he prometido no pensar en eso fuera del horario laboral, volvamos a los Oscuros elefantes blancos. 

Cuando por fin decidí que el álbum ilustrado era el nombre que más se acercaba a lo que quería hacer con esa colección de textos de la que os he dejado una muestra, apareció un problema. No es que los textos fuesen demasiado largos, pues lo importante es lo que contienen y eso se puede decir con más o menos palabras. Me refiero a la forma en que nacieron esos elefantes y el significado que tienen. Precisamente los elefantes blancos eran la expresión que moldeaba una sensación que dificilmente podría describir con palabras. Yo conocía el amor, el odio, la envidia, la ilusión, la soledad, la rabia, el placer, la inquietud y otras decenas de estados emocionales de los que ya se había escrito mucho con propiedad. Pero no había ninguna que fuese un elefante blanco, no existían palabras para ese concepto que era tan real para mí. Hasta que un día, tumbada en el sofá empecé a bajar unas escaleras imaginarias en medio de una historia y, al llegar al rellano, vi al primer elefante blanco que recuerdo. 

Sin poder identificar muy bien qué significado tenía, el elefante blanco le daba un sentido muy claro a todo. Era la respuesta a una pregunta que aún no he formulado. Entonces, ¿cómo explicar qué es un oscuro elefante blanco? La solución era muy sencilla y puede que por eso tardase en encontrarla. Cualquier arte, incluida la literatura, es en cuanto que alguien la ve o la siente, la interpreta. Sólo tenía que conseguir explicar todo esto y adaptar los textos para que finalmente algún atrevido artista del pincel (que espero que sea mi querida Granada Arias) pudiese darle forma a los elefantes y hacer que otros imaginen, interpreten, sientan, tiemblen, amen, lloren, sonrían, o al menos abran los ojos de la imaginación a otro pequeño mundo que nace de un ombligo cualquiera como el mío, como el tuyo, como el nuestro. 

Y en eso ando.
 
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