miércoles, junio 29, 2011

Tiempo muerto: reflexionemos




     En palabras de Ignacio Buqueras y Bach: "El tiempo es lo que nos iguala, todos tenemos los mismos 84600 segundos en un día, nadie tiene uno más ni uno menos". El presidente de ARHOE orquesta su vida con una manecilla de reloj como batuta, un método que parece muy efectivo y que a mí no deja de llamarme la atención.

     Recuerdo haber mirado a Daniel (conocido como El Farmaceútico de un solo garfio) con ojos curiosos mientras le repetía: "Todo lo que tengo es tiempo" y cómo el me clasificaba dentro de alguna especie que no era precisamente humana. Daniel me respondía que un día de estos tendría que hacerme mayor pero, por aquel entonces, no era capaz de descifrar el significado de tal advertencia. Hoy lo comprendo perfectamente.

     Creo que cuando uno empieza a trabajar, aparece en su diálogo habitual la coletilla ''Es que no tengo tiempo''. Por otra parte, sabemos que se suele llamar ''tiempo muerto'' a aquellos periodos que no son productivos laboralmente. Por lo tanto, si cuando no estamos 'botando el balón en la cancha o encestando', nos encontramos en el tiempo muerto o en el descanso, es normal que pensemos ''Es que no tengo tiempo'', pues cuando algo está muerto es porque se le acabó el tiempo de vida.

     Existe un dilema en la teoría lingüística que divaga a cerca de si es el mundo el que construye el lenguaje o el lenguaje el que construye el mundo. Por poner un ejemplo: no me negarán la diferencia de significado entre "¿Qué coño es esto?" y "¡Esto es la polla!" Los lingüistas explican que en una sociedad con ciertos orígenes machistas, los atributos femeninos suelen tener un significado negativo mientras que en el caso de los masculinos es positivo. Ahora bien, la sociedad avanza y el machismo nos parece algo medieval a las nuevas generaciones. Sin embargo, el significado positivo y negativo de estas palabras se mantiene y afecta al mundo. Así que, por un lado, el mundo construye el lenguaje y por otro el lenguaje construye el mundo.

     Volviendo al tema del tiempo, he decidido cambiar el adjetivo de esas fracciones fuera de cancha y en lugar de "tiempo muerto" pienso denominarlas "tiempo vivo". Puede que sea un primer paso para volver a tener tiempo, al fin y al cabo, aunque me haya hecho mayor, nunca he dejado de tener esos 84.600 segundos cada día, ni uno más ni uno menos.





 
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