Para C. Pibernat.
Ahora no puedo evitar ordenar toda esa materia prima antes de pulsar una tecla. Lo que encuentro por las calles cada vez que no me encuentro contigo. He visto hoy, detrás de una verja, una caja de cartón con un jersey viejo y un cuenco lleno de pan con leche. Imaginé la materia prima que había saltado los altos hierros para plantarle un refugio a los gatos allí. Ha tenido que ser un niño o una niña que nunca ha probado la leche agria de los adultos. Una joven materia prima.
Hace mucho calor. Antes de escribir, reorganizo el pensamiento, después viene la acción. Pero aquí no corrijo, me dejo llevar. A veces hasta me sorprendo, y otras, hasta me sorprendes.
Alta definición. Escasez de silencio.
Antes, el impulso saltaba de rama en rama. Ahora sabe dónde o cuándo permitirse volar o resbalar. A riesgo de vivir, intentemos no hacer daño. Más daño.
Al observar la materia prima durante años, de pronto puedes ver la sombra del miedo antes que su figura y estar preparado para conversar con un rostro que lleva gafas de sol. Tiene, así es, ojos sin color.
Estamos de rebajas y no he ido a comprar, pero siempre habrá vestidos bonitos, siempre. Creo que no podría elegir mi vestido favorito. Igual a ti te pasa lo mismo, ya sabes a qué me refiero. Imagino que al final nos quedaremos con el que más cómodos estemos, con el que nos falle menos, con el que no nos apriete con cremalleras ni cierres.
La materia prima va dejando huellas por todas partes. Un calcetín en medio de la calle, un número arrancado de un cartel, el propio cartel, una bolsa de basura, una horquilla, cientos de colillas, un lazo, una tarjeta. La calle está viva, llena de restos de materia prima.
Sin embargo, con todo esto, sólo quería decirte que siempre te asocié con el negro por impulso. Y ahora sé que no me equivocaba. El negro es el color más interesante, las estrellas sólo brillan por contraste. Y después de tantos años, sigues dándome la luz que necesito con tu oscuridad. Punto y seguido, amigo mío, no podía ser de otra manera.
Contra todo pronóstico, no se rompió el hilo invisible, en medio de toda esa materia prima.