miércoles, diciembre 07, 2011

No olvides el cepillo de dientes




          Eran las 5 de la tarde. Suelo hacer la maleta el día antes de salir. Miro el pronóstico del tiempo, calculo el número de calcetines, apunto en un post-it "No olvides el cepillo de dientes" y lo pego en la puerta. Imposible olvidarlo antes de salir.

          Cuando terminé, cené mi sopa de verduras de los jueves y revisé mi correo personal, contesté los e-mails que no exigían demasiada dedicación pero sí mucha urgencia. Pensé que los e-mails a los que dedico tiempo nunca son urgentes. Me puse el pijama y recordé que tenía que meter el cargador de móvil en la maleta.

          Entonces vi el billete sobre la mesita de noche mientras apuntaba con detalle la agenda que me esperaba. Ida: 7:12 de la mañana. Vuelta: 7:43 de la tarde. 36 horas de reuniones, comidas profesionales y entrevistas ortopédicas. De pronto me di cuenta de que había dejado de escribir sobre el cuaderno para empezar a garabatear una frase sobre los billetes:

Que la maleta me haga a mí.

          Al día siguiente me marché, no sé que hora era, no sabía a donde me dirigía. Solo sé que estoy en Vancouver sin billete de vuelta ni cepillo de dientes y con una maleta que se va llenando de lo que vengo siendo desde que decidí olvidar lo que fui.





Gracias, Fani, por esa frase genial.

 
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