domingo, febrero 12, 2012

Recordando viejos tiempos en la habitación de cartón

Siempre hablando desde esta arista que es mi punto de vista, digo, mi ombligo. 

Hay un momento de insomnio cuando se escribe un relato. 
Primero miro la mosca. La mosca que me ronda. Esa mosca cojonera. Ella da vueltas pero más vueltas le doy yo ¡qué cojones! 
Si matas a la mosca, vendrá otra mosca, porque una mosca es una mosca, sí, pero una mosca son todas las moscas. Y no se puede matar a todas las moscas, no. 
Atrapar a la mosca, meterla en un frasco, tampoco es una opción demasiado atractiva, ni aunque le pongas tacones y un vestido de Gucci. (Gucci me suena a insecto). 
Así que, opción C, distracción. Para distraerte de la mosca que te distrae lo mejor es poner toda la atención en un objeto pequeño. No más pequeño que una mosca, sino más pequeño que todas las moscas: que la Idea de la mosca. 

Ahora tenemos dos cosas: la Idea y el objeto. 

Entonces podemos empezar a jugar. Cojo el objeto mientras la mosca ¡qué cojonera es! ronda que te ronda. Y pienso ¿porqué elegí este objeto? ¿Por qué me eligió esta mosca? He ahí la metáfora. Lo demás es coser y cantar. Puntada y balada, puntada, balada, putada: el insomnio. Porque casi siempre, al final del juego, como cuando construías un puzle, te falta una pieza. Buscas por la casa: entras por el ombligo, las entrañas, abres las ventanas pulmonares, bajas al sótano, rodillas, pies. Te asomas a los ojos, y ahí te quedas. El sueño no llega, no encuentras la pieza. Y pasas días metido dentro de tu casa, oyendo la mosca, mirando el objeto, rompiéndote la cabeza. 

De pronto, sin venir a cuento, la mosca cojonera se posa un segundo y te acojonas. Automáticamente ves que se ha posado encima de lo que buscabas. La última pieza. Da igual que sean las dos de la tarde o las cuatro de la mañana, que duermas, trabajes, o hagas lo más parecido al amor que puedes concebir en horizontal. Te levantas, buscas un lápiz o similar, y acabas el relato, justo antes de que la mosca desaparezca y el objeto, que nunca existió, se convierta en un cuento. 

Sí, creo que más o menos, es así. 


Por eso es miércoles, duermes poco.
 
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